miércoles, 30 de junio de 2010

La Verdad y La Mentira Emocional


Considero a la “verdad emocional” como a aquello que uno siente como impulso inicial provocado por el estimulo de vivir, y a la mentira como el acto de reprimirlo, guardarlo o esconderlo del medio que nos rodea. Algo así como esconder parte de lo que somos ya que nuestros sentimientos son parte de nuestra integridad, por ende fabricados por nosotros mismos.

El porque de este mecanismo tan absurdo pero cotidiano es simplemente porque creo que el Miedo siempre pudo mas que el Amor. Por eso la tortura, el terrorismo, y la disciplina basada en la represión fueron y son los métodos mas utilizado para dominar las especies, incluso la nuestra.

Partiendo de la realidad histórica que tan solo tenemos 25.000 años desde que trepábamos árboles y vivíamos por instinto, no por conciencia, es entendible que bajo la “Ley de la Selva” y de la supervivencia, uno haya aprendido a esconderse. Primero físicamente de sus depredadores, y luego de sus propios pares quienes intentaban dominar a otros en beneficio propio, sea bajo la forma de la esclavitud o simplemente para juntarlos como rebaños y sacarles algún provecho.

Se educaba desde niños a temer, “si no haces eso me enojare”, “si no comes tu alimento, vendrá el cuco y te comerá”, y a la noche siempre se la asocio con la llegada de monstruos asesinos, comedores de gentes. Tal vez reminiscencias de nuestros depredadores de antaño.

El Miedo esta con nosotros desde el comienzo. Nacemos y ya de por si el parto no solo es doloroso para la madre quien también fue parida, sino que doloroso y terriblemente atemorizador para todos nosotros. De estar en la quietud del interior de un ser (aun ni siquiera sabemos eso), un mundo en donde nuestra mente y cuerpo se han adaptado y nuestros sentidos lo entienden como un lugar oscuro, tranquilo, sereno, y hasta tal vez muy lindo como para pensar en salir de allí. Diría yo un lugar lo más parecido al Amor como sensación física.

Pero llegado los 9 meses de gestación, comienzan las contracciones y las presiones. Imaginemos el pánico que nos invade, no entendemos que esta pasando pero lo sentimos. Ese sentimiento de Amor se va convirtiendo en uno de Terror. Y cuando salimos sea por parto natural (en el mejor de los casos) o vía Cesaria, nos tocan la piel, escuchamos voces, luces enceguecedora y gritos de dolor de la madre por mencionar solo algunas de las cosas atemorizadoras de este nuevo mundo.

Nos meten bajo una canilla para limpiarnos (a mi hija le hicieron eso), hisopos en las orejas, narinas y nos ponen el primer pañal. Creo yo que no existe pesadilla más horripilante que el parto para todos nosotros. Y lo más alarmante es que nadie nos dice, o hace entender, que vale la pena haber pasado por ese terror. Por el contrario, con el tiempo se nos trata de convencer de que la vida es un pasaje, duro, difícil y en el que debemos cargar con pesos de toda índole.

Lo mas parecido a la sensación de parto, es como si en este momento una nave espacial nos abduce, nos lleva a un mundo absolutamente distinto, con sensaciones horribles y nos meten cuanto aparato hay atosigando todos nuestros sentidos de golpe dejándonos allí para nunca mas regresar a ese otro mundo anterior (o interior) y de mucha paz. Tal vez algún extraterrestre nos dirá que si nos portamos bien, una vez fallecidos volveremos a esa paz. Y para aferrarnos a esa posibilidad llena de dudas, ponemos a La Fe en un mundo pos muerte, y es allí donde dejamos de percibir nuestro mundo nuevo y real, para vivir esperanzados a la espera de la Paz.

Que distinto seria si al llegar, nos hacen saber de que valió la pena cada dolor, cada sensación fea porque tenemos el privilegio de estar vivos y saber de ello porque tenemos la conciencia!

Entonces el Miedo es algo con lo que aprendemos a convivir desde el comienzo. Casi hasta afirmaría ser nuestra primer sensación emocional de estar vivos al salir del cuerpo de nuestra madre. Nuestra primera sensación al nacer es de Miedo. Y dependiendo de cómo nos reciban quedaremos marcados o no por ese dolor y terror.

El Miedo siempre presente, mucho más que el Amor. Nuestra sociedad vive en pánico, el “Ataque de Pánico” es la enfermedad de nuestros tiempos. Miedo a no llegar a fin de mes con el dinero, miedo a ser asaltado, miedo a ser asesinado, miedo a enfermarse, miedo a ser rechazado, miedo a la soledad, miedo a morir y ser condenado al infierno, miedo a la muerte, miedo a la vida.

Miedo a decir lo que uno siente.

Hemos dejado de registrar nuestros sentimientos. Si nos preguntan como nos sentimos la respuesta mas común suele ser: “Bien” o “Mal”, dos palabras que hablan mas desde un plano mental que emocional. Y hasta sintiéndonos “Mal” comúnmente contestamos “Bien” para que la otra persona no se sienta “Mal” con nuestra verdad.

Hace ya unos años vengo experimentando decir siempre la verdad de lo que siento y pienso, obviamente cual voto hipocrático tratando de “curar sin lastimar”. De esa manera si me preguntan contesto con mi verdad bajo ese voto. Si no me muestro como soy, pienso y siento, no le doy la posibilidad al otro de realmente conocerme y de esa manera poder, o no, elegirme.

A mi hija por elección mía preferí no mandarla a escuelas de niños comúnmente llamadas “Salitas” hasta que cumplió sus tres años, porque sabiendo de la importancia de esos primeros tres años en la vida de todo ser humano, periodo en el que se forja el carácter y se aprenden los valores humanos mas importantes, preferí quedarme lo mas que pude a su lado para transmitirle aquello que aprendí para estar mejor conmigo mismo. Entre esas enseñanzas, la eduque bajo la consigna de nunca mentirle, y es así que hasta el día de hoy jamás ni siquiera una mentira piadosa. No le inculque la idea de un Dios como lo conciben las religiones, sino como un concepto del Todo, que en este caso seria el Universo infinito y creador en el que estamos todos incluidos. Tampoco le hable sobre vidas después de la muerte o lugares donde se van los seres queridos que mueren. Le hice tomar conciencia del Paraíso Terreno en el que somos privilegiados de ser habitantes. Que la muerte es un misterio que solo se develara al momento de atravesar ese portal y que uno con la imaginación puede pensar infinidad de cosas que podrían ocurrir, como jugar a que existe un ratón Pérez que te deja dinero por cada diente, o un Papa Noel que trae regalos el 25 de Diciembre. Le enseño a contarme de sus sentimientos y ella aprendió a preguntar por los míos. Si algún día me percibe raro, ella me pregunta “¿qué te pasa papi?” y yo le contesto con la verdad, sea que estoy triste, molesto o cansado por algo. Ella se queda conforme porque sabe la verdad de lo que me pasa, y no la incertidumbre del no saber.

Cuando mi hija nació, luego de la rutina del parto en la que no dejo de llorar en pánico y la colocaron dentro de un moisés con su flamante pañal, me acerque a ella y le dije: “Hola hija, soy Alfred tu papa, bienvenida a la Tierra”, dejo de llorar al instante. Obviamente no por el significado de mis palabras, sino por la verdad del sentimiento que se trasmitía a través de mi voz que era reconocida por ella.

La verdad emocional, eso que sentimos nos esta pasando incluso en este preciso momento, es para mi lo mas cercano al Amor y lo mas distante al Miedo. Es un acto de Amor hacia uno mismo el aceptar lo que sentimos, porque es a través de nuestros sentimientos que vamos encontrando un “sentido” a nuestro breve pero maravilloso pasaje por esta vida. Cuando escondemos nuestro sentir conciente o inconscientemente corremos el riesgo de enfermarnos psíquica y/o físicamente.